martes, 15 de agosto de 2017

Reseñas Musicales de Agosto



1) Kant Freud Kafka – Onírico (España)

 En casi 9 ½ minutos, “Insomnio de una noche de verano” abre el repertorio con una elegancia magnífica cuyas múltiples dimensiones de musicalidad muestra autoridad integral. El dinamismo recurrente de la pieza es sigiloso y ceremonioso, pero siempre late ahí la tensión de irrupción de algo que nos haga levitar o despertar. La primera sección está dirigida por los fraseos de piano mientras las maderas elaboran sobrias florituras; una segunda sección nos lleva por un sendero cósmico donde los paradigmas del Pink Floyd de mediados de los 70s, Univers Zero y el Genesis clásico se combina para pintar un solvente paisaje de intensa interioridad. El solo de guitarra resulta fundamental para gestar una auténtica empuje expresivo en medio de este paisaje musical. Sigue “Dulces sueños”, el cual se ejecuta inicialmente como desembocadura del etéreo epílogo de la pieza de inicio. Esta vez nos movemos conscientemente en territorio académico, realzándose el aspecto sinfónico del lenguaje progresivo pero con un énfasis en atmósferas llenas de incertidumbre racional y decadencia emocional. La tercera pieza del álbum es también la más extensa del mismo con sus casi 11 minutos de duración, “És quan dormo que hi veig clar”. El título es claramente desafiante ante los monstruos de la razón al reivindicar que la claridad exenta de artificios y monstruosidades llega con la entrega total a lo onírico, y mucho de ello se refleja en el esquema sonoro diseñado específicamente para la pieza en cuestión. Este track comienza en medio de una neblina grisácea penetrada por una densidad que tiene algo de relajante y también, por contraste, algo de inquietante. En una segunda instancia, el tema vira hacia un clima de rock lento bañado por aguas progresivamente estilizadas que se sitúa a medio camino entre el estándar de Camel. Cuando las cosas se tornan realmente intensas, la fiereza rockera siempre latente se hace patente con una hidalguía atrapante: lo que suena en este momento es una perfecta cruza de retro-prog y prog-metal meticulosamente adornado por lo melódico.

 “Vida y muerte” exhibe un nuevo ejercicio de porte progresivo bajo el impacto de la segunda sección de “Insomnio de una noche de verano” más el esplendor esencial de la canción precedente, sale bien parado de tal misión. En la parte cantada se da un manifiesto claro de la genialidad creativa del grupo a la hora de desarrollar climas inquietantes bajo una atmósfera relativamente sutil. Los arreglos de cuerdas y la interacción de piano se juntan en una contundente armadura sónica que más parece producto del arte de la imagen que del arte del ruido. “A nightmare on major St.” Desarrolla una ambientación semejante a varios estándares de los últimos discos de Porcupine Tree. El asunto pinta ágil y denso simultáneamente, y en el caso de la pieza que se está mostrando ante nuestros oídos, también se nota un acento melancólico en el canto masculino, dejándose lo mágico para el canto femenino. Justamente esta dupla vocal proporciona una vitalista vibración teatral. “Awakenings”, hereda en su prólogo buena parte de la melancolía ceremoniosa de la pieza precedente. Pero nos toma por sorpresa un viraje hacia lo sinfónico pero con la presencia de las cuerdas folclóricas también adquieren un agradable matiz pastoril. Los factores aflamencados de guitarra española y zapateo se asientan naturalmente en medio de los respectivos solos de guitarra y de sintetizador. Definitivamente, la poderosa aura de esplendor que transmite el bloque instrumental en curso refleja una atmósfera de nuevo amanecer, una nueva luz que emerge para obligarnos a despertar y abrir los ojos.

 Onírico muestra una evolución de la visión musical de Kant Freud Kafka hacia facetas más atmosféricas e inquietantes que el ensamble se ha planteado como su norte particular dentro de las diversas posibilidades. Su música aspira a tener una cualidad narrativa en su cosmos de estrategias musicales, y en tal sentido, este disco encarna un cumplimiento cabal de esta ambición estética.




2) Nau Aletheia - Los misterios de Eleusis (Argentina)

 Los argentinos de Nau Aletheia debutan con primer trabajo de larga duración, previamente habían publicado previamente un EP en el año 2016, pero es ahora que se da el verdadero develamiento del grupo (y no olvidemos que aletheia significa verdad como develamiento en la tradición de la filosofía griega antigua). Su propuesta es ecléctica con una versátil apertura a lo sinfónico, lo Crimsoniano y lo fusionesco, abriéndose también a recursos pastorales, y de cámara contemporánea con una gracilidad bien compacta. Como se puede anticipar, el grupo apuesta por articular una meticulosa ingeniería de sonoridades polícromas.

 La dupla “Nordenskjöld” e “Infancia Diamantina” ocupa los casi primeros 12 minutos del álbum tomando por asalto a nuestros sentidos y cautivándolos en una experiencia melómana pletórica. Las ilaciones multitemáticas están armadas con un espíritu valiente y un desparpajo osado, siempre mediando la inteligencia para que la espiral arquitectónica en curso pueda engranar todos los diversos recursos sonoros en una unidad. En el caso “Nordenskjöld” se da prioridad del factor oscurantista, la misma que sabe otorgar a la abrumadora densidad reinante un aura exquisita. Una vez plasmada esta espiritualidad inquietante, “Infancia Diamantina” emerge en un viraje hacia un lirismo sereno de talante contemplativo, aunque cabe acotar que dicho viraje no es radical pues hay espacios momentáneos para nuevas manifestaciones de aguerrida musculatura; dichos espacios no son interrupciones sino matices refrescantes inesperados. Con “Fotofobia” las cosas solo pueden ir engrandeciendo su majestuosidad esencial. La estructura general de esta pieza se centra en el predominio de un sinfonismo elástico y frondoso, situado a medio camino entre lo otoñal y lo siniestro pero manejado con una delicadeza tal que nunca llega a lo chocantemente tétrico. Con el empleo de un breve interludio en clave de hard rock y de una prestancia vitalista en el ceremonioso epílogo. “La Semana” explora otras facetas más ágiles de la polivalente agenda musical de Nau Alethela. Esta vez es el dinamismo propio del discurso jazz-rockero que se encarga de asentar el sofisticado groove de la pieza siendo así que su diagrama melódico se beneficia con una refrescante vivacidad. Los fraseos del violín, que en los temas 1 y 3 se centraban en matices densos, ahora exhiben una plasticidad fulgurosa. El solo de saxo que entra a tallar en algún momento funciona como complemento perfecto para el violín.

 “Octaedro” sigue en cierta medida la senda trazada por la pieza precedente pero con una robustez rockera más pronunciada y un groove un poco más directo, tanto en los pasajes aguerridos como en los más calmados. Se puede decir que aquí se notan tanto los legados del sinfonismo italiano como las confluencias con el prog argentino contemporáneo. Este tema goza de un gancho irresistible. Con el engarce de la miniatura “Interludio” y “Mates” tenemos un breve momento de placidez bajo la guía de la guitarra acústica antes de que el grupo vuelva a explorar los motivos más vibrantes de su eclecticismo. “Mates” puede muy bien describirse como una inspirada síntesis de los temas 1, 3 y 5, con un cierto predominio de la aureola lírica del segundo de éstos. “Y el Verano dejó una brisa” se muestra una bellísima pieza que nos remite al paradigma de Anthony Phillips con etéreos añadidos que parecen inspirados en el discurso post-rockero, aunque con un matiz sinfónico inocultable. Una vez más, tenemos aquí una pieza cautivadora que nos deja deseando que se hubiese extendido un poco más, pero bueno, el disco tiene que seguir adelante y ahora llega el turno de “Sangre de Estatua”. Este tema tampoco está nada mal, y de hecho, parece que instaura otro momento cumbre con su gallardía melódica, la cual tiene mucho de Cameliana y Genesiana mientras se complace en manifestar su estilizada solidez sonora. El broche de oro de “Los misterios de Eleusis” llega con la dupla de “Infancia Diamantina (Reprise)” y “Menocchio (A Domenico Scandella)”: como es de esperar, la primera de estas piezas da un nuevo giro de tuerca a la faceta pastoral del grupo, mientras que la segunda nos brinda un épico ejercicio de restauración del legado de los inolvidables M.IA. en una ubérrima exhibición de exuberancia melódica. Hay ciertos lugares estratégicos para instalar alguno que otro truco extravagante; también están los arreglos de madera usados para enriquecer generosamente al solventemente afirmado núcleo temático. Un enorme cierre para el disco, sin duda.



  
3) Taproban - Per Aspera Ad Astra (Italia)

 El disco comienza a lo grande con “Outside Nowhere”, tema que dura nada menos que un cuarto de hora. Despliegue sinfónico regido bajo las pautas de las viejas escuelas de Genesis y Le Orme, y caracterizado por una majestuosidad envolvente y serena, el cuerpo central se instala poco después a punta de ferviente luminosidad manierista en la que las persistentes influencias de Le Orme ahora se alimentan de añadidos toques al estilo de sus compatriotas de Metamorfosi METAMORFOSI y el modelo Yessiano. Luego sigue otro motif en 9/8 donde el grupo explora unos matices más sobrios de su persistente pomposidad, casi haciendo una cruza entre Genesis GENESIS y Triumvirat. Su función es la de exponer un pasaje expresionista motivado por una especie de relax contemplativo antes de que la fastuosidad manierista vuelva al ruedo en todo su esplendor. Finalmente, el epílogo, construido sobre un compás lento bañado de estilizada ceremoniosidad, se centra en un lirismo. La miniatura “Fragments of life” brinda un recurso de lirismo pastoral en base al matrimonio del flotante sintetizador y las sobrias escalas de guitara acústica, siendo su función principal la de guiarnos hacia la emergencia de “Il difficile equilibrio tra Sorgenti d’energia”, tema que encarna el primer momento cumbre del disco. Su combinación de exquisito vitalismo e inspirada musculatura a la hora de hilar los diversos motifs que completan el conjunto melódico de la pieza sirven para exponer un recto ejercicio de esplendores y tensiones bajo un excelsamente inspirado ejercicio de sinfonismo. El solemne señorío que se impone en la sección final resulta vital para redondear la faena con admirable solvencia. Esto suena muy propio del peculiar universo italiano, tanto en su vieja escuela como en las áreas de las nuevas generaciones. “Ves Ml’ TaHghach” prosigue por la huella del fantástico tema que acaba de concluir y capitaliza las enormes vibraciones fastuosas que conforman su núcleo sonoro para darle un nuevo giro de tuerca vigoroso al paradigma del sinfonismo de tenor pesado cuya raigambre en la primera generación progresiva italiana.

 Las cosas viran hacia un esquema más cibernético con la consiguiente dupla de “Nexus” y “D.I.A.N.A.”, la cual ocupa un espacio total de 9 minutos. “Nexus” exhibe un clima abiertamente futurista donde los solos y ornamentos progresivos de los sintetizadores se encuadran en una peculiar mezcla del Vangelis de los 80s y Pink Floyd de la etapa del “The Division Bell”. Cuando los teclados pasan a centrarse en la creación de capas envolventes, el saxofón aporta unas florituras efectivas, y sí se anuncia el arribo de la sección cantada. Ésta pudo haber sido más larga pues el canto, sin ser particularmente virtuoso, encajaba muy bien dentro de la plasticidad cáusticamente plástica de la pieza. La canción está diseñada para que el canto tenga una presencia muy breve a fin de que pueda instalarse para el epílogo un envolvente pasaje de piano. Por su parte, “D.I.A.N.A.” (título que responde a las siglas de Domotic Interface Artificial Neurological Android) prosigue por esta línea cibernética e incluso ahonda en ella al modo de una cruza entre la dimensión electrónica de The Alan Parsons y Tangerine Dream. Como su motif es repetitivo, aquí sí notamos que hay un aprovechamiento justo del tiempo empleado. “Agata Lost In The Mirror Whale” es la pieza a cargo de devolver al ensamble de Taproban al sendero del sinfonismo, y lo hace promoviendo una soltura sobria donde la grandilocuencia de turno se deja insuflar de una luminosa serenidad. En los pasajes finales, la reinante serenidad se alimenta de una mesurada dosis de vigor en una suerte de fulgor climático que, de todas formas, habrá de desembocar en un breve momento de calma. “Entwinings” es un bello instrumental de corte Genesiano basado en orquestaciones mellotrónicas que se impulsan desde las escalas de piano que se explayan en el pilar. Se engaza este tema con el último del disco, el cual se titula “Octopus” y dura poco más de 6 ¼ minutos. Su prestancia extrovertida recibe herencias bien definidas de las piezas 3 y #4, con lo cual cumple con lo que parece ser su misión: completar el círculo del despliegue sonoro diseñado para el disco.



Por Miguel Scovino para Caja Musical

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