sábado, 23 de septiembre de 2017

Reseñas Musicales de Septiembre

1) Tusmørke – “Hinsides” (Noruega)

 Durando poco menos de 5 minutos y medio, “Hjemsøkte Hjem” abre el disco con un clima de parranda densa y neurótica. Sí, tenemos aquí la vivacidad propia de un festival que celebra la vida revestida de un rumor extrañamente claroscuro a través de una instrumentación sofisticada. La agilidad danzarina del motif central, sólidamente encuadrado en un sinfonismo de tintes folclóricos, se adorna con un dominio sonoro muy contagioso, y a la vez reflesivo. Las calculadas florituras de la flauta complementan muy bien a la dominante labor de los teclados. Luego sigue la dupla de “I Feel Like Midnight (I Dream I'm Awake)” y “En Rykende Ruin”, diseñada para seguir expandiendo los recursos estilísticos del grupo. El primero de estos temas está claramente orientado hacia las cadencias y colores del paradigma folk-progresivo, incorporando ocasionales elementos latinos y aflamencados a los factores propios de la tradición pastoral escandinava con los que se delinea el cuerpo central. Durando casi tanto tiempo como la pieza de entrada, ostenta una estructura más compleja en su desarrollo temático, así como una dosis un poco mayor de vigor. Por su parte, “En Rykende Ruin” cumple con la misión de llevar todas estas vibraciones progresivas hacia un giro mucho más solemne, tanto en lo que se refiere a la armazón rítmica como a las orquestaciones y ornamentos de teclado que van desenvolviéndose a través del esquema de trabajo.

 “Lysskydrøm” se encarga de mostrar una faceta un poco más luminosa de esta aureola sombría y reflexiva. La banda lleva a buen puerto las vibraciones serenas inherentes a la base compositiva de la canción. En el epílogo, la banda elabora una sobriamente alegre danza folclórica con un adecuado protagonismo de los vientos renacentistas; esta variante es muy útil a la hora de mostrar la idea de que hay un nuevo amanecer ameno tras el ocaso del parametrado imperio de la noche. La suite conceptual “Sankt Sebastians Alter” ocupa un total de casi 24 minutos a través de sus dos partes, y eso de por sí le da un sitial particular dentro del repertorio. Los aires renacentistas y aristocrático se imponen desde el primer instante con una sabia ingeniería de ritmos juguetones y exquisitos juegos de teclados, un muy oportuno escenario sónico para los ceremoniosos cantos que entran a tallar una y otra vez. Para el lucimiento de líricas florituras de las flautas también se abren campos de expansión, logrando llenar con amplia solvencia el rol de instancia interlocutora de la voz humana. A poco de pasada la frontera del quinto minuto surge el primer arreglo de danza tradicional, el cual vendrá pronto sucedido por un pasaje sombrío cuya función es la de promover el auge de ambientaciones dramáticas y grisáceas para las siguientes secciones cantadas que se van hilando hasta la frontera de los 12 minutos y medio. Es en esta instancia que el viro temático a un interludio ácidamente vigoroso brindará el estimulo exigido para que el grupo regrese a la ambientación inicial de la suite a paso firme: con ello está asegurada la recta orientación de la vitalidad narrativa y el dramatismo musical que marca todas las vibraciones solemnes diseñadas en la ilación multitemática hasta el punto final. El protagonismo del órgano es crucial a la hora de realzar el carácter drástico del aparatoso momentum así como para diseñar el estilizado cierre donde emerge un nuevo reprise de uno de los primeros pasajes.

 Todo esto fue Hinsides, un disco muy inspirado que ha de reforzar el buen posicionamiento del que desde hace algunos años viene disfrutando el colectivo de Tusmørke dentro del underground vanguardista del rock noruego. Definitivamente, tenemos aquí una de las muestras más compactas y robustas del progresivo escandinavo que se ha venido publicando a lo largo del 2017.


  

2) Phoenix Again – “Unexplored” (Italia)

“That Day Will Come” abre el disco, una canción robustamente instalada sobre grooves y esquemas rítmicos complejos, mientras los ágiles motivos instrumentales destilan un sutil aire arábigo. Ya para las partes cantadas, la intensidad extrovertida deja paso a aires más calmados, pero se trata de un recurso momentáneo. Luego sigue el instrumental Silver, una pieza que prosigue por los caminos de estrategia melódica sofisticada desarrollada sobre complejas armazones rítmicas que ya se había iniciado solventemente con el primer tema y que ahora llega a una renovada plenitud. De este modo, el disco conquista rápidamente su primer cénit de expresividad progresiva, y lo mejor es que este punto culminante se perpetúa con la llegada del siguiente tema, The Bridge Of Geese. También instrumental, comienza con una ceremoniosidad otoñal bajo las escalas de guitarra acústica mientras las capas de sintetizador ornamentan el asunto con un aura cósmica. No mucho más adelante, el ensamble en pleno da rienda suelta a su recurrente mezcla de sensibilidad melódica y estilizada musculatura. Esta pieza que dura poco menos de 6 minutosy medio hubiera llenado de orgullo a bandas como Premiata Forneria Marconi o Il Castello Di Atlante. Whisky gira hacia un medio tiempo con bastante presencia guitarrera, lo cual significa que la pieza en cuestión está diseñada para que la banda muestre su nervio más rockero – con medidos matices blueseros – dentro de su ideario progresivo. También se nota un realce de la dupla percusiva en varios parajes del entramado sonoro.

Abriendo la segunda mitad del repertorio, el breve tema “Close To You” comienza con sonidos de pasos antes de que la guitarra acústica abra camino a un motif sereno e introspectivo. Un bellísimo interludio cuya envolvente sobriedad nos viene bien para seguir adelante con los próximos ejercicios de pura magnificencia progresiva que habrán de completar lo que queda del repertorio de Unexplored. En su primera mitad, “Valle Della Luna” utiliza esta idea de magnificencia de una manera luminosa a través del empleo de atmósferas etéreas que permiten que se dé una pulida fluidez en el encuentro entre los sinfónico y lo fusionesco. La guitarra acústica, que en “Close To You” se encerraba en su propia melancolía, ahora emerge saltarina mientras las capas y orquestaciones de teclado sutilmente van intensificando su presencia. De este modo, la segunda mitad de “Valle Della Luna” se proyecta hacia una reconstrucción de los ambientes predominantes de las piezas 1 y 3. Los solos de guitarra y de sintetizador que entran a tallar aquí están entre los mejores de todo el disco. La dupla de “To Be Afraid – Ansia” y “Great Event” se encarga de cerrar el disco. “To Be Afraid – Ansia” comienza como una cálida balada sinfónica que no se halla muy lejana de los estándares de Le Orme y Genesis, para luego virar hacia un recurso de pomposidad lírica al estilo de camel mientras designa aperturas al retro-prog sistemático de unos Karmacanic. “Great Event” prosigue por la línea de trabajo marcada por un dinamismo típicamente sinfónico al modo de Camel, haciendo que el motif central se regodee grácilmente en su candor inherentemente romántico. Así llegamos a completar la experiencia de Unexplored, un disco bastante bonito que nos ha de motivar a prestar atención a Phoenix Again como una interesante alternativa dentro del sinfonismo nostálgico italiano de nuestros tiempos.



 3) Resistor – Underground (Estados Unidos)

 El punto de partida del disco llega de la pieza curiosamente titulada “Arrival”. Son casi 8 minutos de rock robusto y moderadamente sofisticado, dueño de un carisma bastante solvente. El detalle del solo de guitarra acústica resulta simpático a la hora de añadir un matiz inesperado. Tras asentarse sobre un medio tiempo en una primera instancia, el groove se intensifica en la segunda sección de tal modo que vira hacia una dimensión heavy progresiva contundentemente resuelta en torno a su propio groove blues-rockero: aquí se incluye un fabuloso solo de violín eléctrico, además de las consabidas gracias de las guitarras duales. Con la dupla de “Cathedral” y “Wire”, el grupo se dispone a explorar una mayor diversidad de matices dentro de su bien delineado esquema sonoro: el primero de estos temas ostenta una inspirada combinación de psicodelia y stoner con ligeros ribetes jazz-rockeros, enriquecida con aportes al violín y a la flauta del siempre inquieto Unruh; el segundo nos remonta a los tiempos de los Led Zeppelin de los discos cuatro y cinco, aunque con un vigor más cercano a la faceta aguerrida de unos Kansas. El grupo nos muestra fehacientemente su faceta más luminosa. Perpetuando en buena parte la furia de la canción inmediatamente anterior pero portando una aureola folklórica que en este momento resulta novedosa, “Killers And Activists” es una canción airada que suena a un híbrido de los primeros Blue Oyster Cult o la primera etapa de Jethro Tull y el paradigma clásico de Black Sabbath. Ahora la luz porta, además de fulgor, acritud; la musculatura de los guitarreos se impone por sí misma así como las vibraciones saltarinas elaboradas por la dupla rítmica. “Discovery” comienza con un aura cálida donde el violín y los suaves rasgueos de guitarra imponen el swing inicial con una espiritualidad sutil, mas eso no durará mucho pues el cuerpo central pronto se focalizará en la modalidad de semibalada progresiva movida por un fragor sobrio.

 “Running Into Walls” se revierte hacia las dimensiones más robustas y sofisticadas del ideario musical grupal. A medio camino entre el progresivo hard y el acid-folk, casi al modo de un híbrido entre Curved Air, Kansas y Led Zeppelin, esta poderosa canción se complace en desplegar su propio dinamismo viril a través de una vigorosa ingeniería sonora que se sostiene a las mil maravillas sobre un recio esquema rítmico. El violín habla de tú a tú a la guitarra mientras la dupla rítmica se centra en fortalecer su esqueleto fulguroso. “Atonement” y “Trascendence” nos obsequia 12 y medio minutos de exploraciones en las dimensiones más reposadas del molde estético de Resistor. “Atonement” porta una aureola mesuradamente extrovertida en base a su swing de tenor el cual es manejado con un apropiado pulso rockero. Las bases de teclado nos remiten al paradigma de Stevie Wonder mientras la instrumentación global nos sigue recordando a Curved Air. Poco a poco la canción se va disipando en una calmada introspección, lo cual sirve para asentar el suelo sobre el cual ha de pisar “Trascendence”, una balada transparente que parece penetrada por un talante estoico. El ambiente se intensifica ligeramente cuando llega el turno del solo de guitarra en algún lugar del intermedio, y es allí donde la canción vira hacia una expresividad más densa. Durando poco más de 9 minutos, “Blackout” es la segunda canción más larga de Underground. Comenzando con un sigiloso prólogo alimentado de aventureras florituras de flauta, el cuerpo central que no tarda en instalarse ostenta un efectivo híbrido de Jethro Tull y Uriah Heep.

 La maratónica “Halls Of Home” ocupa los últimos 24 minutos y pico del disco. Comenzando con acordes de guitarra acústica dentro de un clima sereno, no tarda mucho en emerger una serie diversa de motivos enérgicos cuyas pautas expresivas van desde una ceremoniosidad relativamente dramática hasta el frenesí vigoroso propio del heavy prog. También hay momentos donde se hacen notar seriamente los guiños a la vieja tradición del rock duro de los setentas. Cerca de la frontera del minuto 14, las cosas viran hacia un reprise del prólogo antes de que el grupo se ponga a explorar ambientes psicodélicos dentro de la pesadez persistentemente predominante, aunque siempre abriendo ocasionales espacios breves a parajes sutiles. Las variaciones de ambientes y pasajes siguen su marcha triunfal hasta llegar al momento final con un tenor reflexivo, incluyéndose un hermoso solo de guitarra clásica. Un gran broche para un magnífico disco que vuelve a poner a Resistor donde se merecen: en el centro geométricamente exacto de nuestra atención melómana.


 


4) Peridoni - "Jade" (Estados Unidos)

 "Fission" abre el disco con una exhibición jazz-progresiva cuya exquisitez se siente arraigada en los legados simultáneos de Weather Report y Bruford con aires modernos. El esquema compositivo es sencillo, pero son los arreglos del ensamble los que permiten que el tema goce de una sofisticación especial. "Follow Thru" sucede al esplendor particular de la pieza de entrada con un parcial viraje hacia la psicodelia progresiva, lo cual hace que el encuadre melódico creado para la ocasión adquiera un renovado talante etéreo que favorece una suerte de priorización de lo sinfónico sobre lo jazz-progresivo. Así, parece que ahora nos encontramos en el terreno de la hibridización entre Hidria Spacefolk y Karmacanic: en la parte inicial opera un swing garboso sobre el que se instala la ingeniería sonora global. La semilla está sembrada para que el grupo se asiente sobre terreno firme en la forja y el pulido de las aristas más ambiciosas de su visión musical, y es en este contexto que resulta idóneo que "Pendulum" imponga su presencia como la pieza más extensa del le. La bien articulada confluencia entre las vibraciones sinfónicas en las labores de guitarra y teclado y la delicada base jazz-rockera armada por la dupla rítmica se proyecta con una magia cautivadora a través de la claridad melódica que se va esparciendo a paso firme. También se abren algunos espacios para la elaboración de algunas capas y ornamentos espaciales de sintetizador que entran a tallar con una adecuadamente sobria efectividad. El cuarto tema del álbum es el que le da título al mismo, y su estrategia temática consiste en exponer un solvente híbrido de Radiohead y Marillion, lo cual supone un abierto contrapunto a la táctica de exquisita luminosidad jazz-progresiva que había sido predominante en los primeros 20 minutos del repertorio.

 Con la dupla de "Prisma Color" y "Shimmer", el ensamble se decide a ahondar en sus recursos de dinamismo grácil, dándose en el primero de estos casos una versión ligera del discurso space-rock progresivo donde se incorporan elementos neo-progresivos junto a un estupendo solo de guitarra al estilo de Jeff Beck cerca del final. Por su parte, "Shimmer" instaura cercanías con la faceta cósmica de Porcupine Tree/Radiohead y la faceta más sofisticada de Muse, estableciendo una aureola un poco menos extrovertida que la de la canción precedente. Una vez más, un solo de guitarra cercano al momento final impulsa un dinamismo climático merced a su capacidad de mezclar florituras virtuosas y matices sugerentes. Por el momento, parece que el disco se había orientado hacia un cierto tipo de luminosidad sonora en la secuencia de los tres primeros temas, mientras que a partir del cuarto, una nueva orientación se ha venido reconstruyendo: pues bien, en este punto es que "Shimmer" establece una nueva cima expresiva. Así las cosas, mientras nos acercamos al final del álbum, llega el turno de "Are You There", una canción melancólica en clave de pop-rock con sobrios ornamentos progresivos. Aunque la canción en sí no es muy larga permite que se geste en su pasaje final un envolvente solo de sintetizador que se luce con la fineza propia de la orfebrería. "Static Array" establece una interesante excursión en el dinamismo flotante propio del paradigma del post-rock sobre la base de un esquema rítmico moderadamente complejo. En sus minimalistas ejercicios respectivos, la guitarra y el teclado motivan un retrato sonoro de espiritualidades crepusculares y paisajes otoñales. Para nada terrorífico sino mágicamente misterioso, el clima relajadamente noctámbulo que marca a esta pieza de cierre nos invita a decir adiós a la luz sin miedo a la oscuridad.

 Si con su disco del anterior año 2016 “Pixel Pieces On A Parallel Plane” Peridoni había logrado captar nuestra atención con una actitud de gentil admiración, ahora con “Jade” demuestra que se halla en un estado de creativa evolución musical dentro del encuadre ecléctico que ha escogido como posición particular dentro del variopinto escenario del art-rock.


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