Veintiún años ya. Mas de dos décadas, se dice rápido. Mas de
dos décadas que nos han hecho retroceder años. Nos hicieron pasar de ser el
ejemplo a seguir en América Latina a uno de los países más pobres y miserables
del hemisferio. Pasamos de ser un país de brazos abiertos donde venezolanos de
origen italiano, español, portugués, sirio, colombiano, peruano y un largo etc.
se les hacia sentir tan criollos y venezolanos como el nacido en Achaguas o en San Mateo.
Un país donde el libanes de la esquina compartia un café con el judío sefardí.
Hoy quiero hablar de los venezolanos migrantes, de esos que
han tenido que irse a buscar nuevas oportunidades o simplemente buscan
sobrevivir a esta barbarie llamada Chavismo. Quiero escribir en esta ocasión
de esa diáspora que ya va por más de cinco millones de almas. No quiero hablar de
cómo nos tratan es los distintos países a donde hemos llegado. Ese es un tema
complejo, duro y quizás requiera mucho más espacio y tiempo del que estoy
empleando hoy.
En este instante solo quiero resaltar el principal legado,
si es que este podrido proceso deja alguno. Ese legado somos esos venezolanos
que afuera nos estamos preparando, creciendo como seres humanos, aprendiendo de
otras culturas, otros idiomas, otras maneras de ver la vida. Aprendiendo que
las leyes se deben respetar y que las normas y reglas hacen una sociedad más
ordenada y armoniosa. Esos venezolanos que, con ese bagaje cultural y académico, quizás, algún día volvamos a nuestro terruño. Volvamos a ese país de gente
alegre, gente que saluda con una sonrisa y un chiste, gente que aun sin
conocerte te invita un cerveza y al rato de conversar te dice que te espera en
la próxima parilla que hará en casa. Volver a país que poco a poco nos han ido
quitando. Volver a ver ese cielo único de Caracas, ese cielo decembrino que tan
bien describe un caraqueño insigne llamado Yordano. Esos colores que solo
Venezuela tiene. Ese olor a monte mojado, ese cantar de las aves, ese volar de
las guacamayas que tanto extraño. Esos sapitos en las noches de esa ciudad
hermosa, maltratada, violenta, pero a la vez llena de gente amable y dispuesta
a ayudar. Ese país de hermanos que tanto extraño. Ese país bonito que el
chavismo nos arrebató.
En lo personal supongo que haber vivido desde mi niñez en
tantos países y continentes me ensenaron añorar y valorar a mi país, mi ciudad,
mi gente de manera distinta que el común de la gente. Lo cierto del caso es que
en estas dos décadas nos han robado mucho, pero lo que si no podrán robarnos
nunca será nuestro amor por Venezuela y nuestra fuerza y convicción por conseguir
que Venezuela vuelva a ser un país libre y de progreso. Un país donde las
diferencias sean las de antes, las de los Caracas Magallanes, las del Caracas
vs Táchira. Un país de oportunidades y de futuro. En fin, la Venezuela que fue.
De mi parte le dejo a las elites políticas, a los gobiernos
amigos en esta cruzada por la paz frente al narco estado y todos sus funcionarios.
Léase todos, cómplices por omisión y en la mayoría de los casos corruptos llenándose
los bolsillos con negocios y prebendas. Todo esto en detrimento de un pueblo y
una ciudanía que muere de mengua, con falta de alimentos, de medicina, de
gasolina, de calidad de vida. A esos que guisan con PDVAL, con Misión Vivienda,
con las plantas eléctricas. A esos que
los perdonen los gobiernos amigos de la presidencia (E). Entiendo que debe
haber negociación, entiendo que se deben evitar males mayores. Pero para mi Maduro
no es Frederick de Klerk y mucho menos espero que reciba el Premio Nobel de la Paz.
Al chavismo que lo perdone Dios, pues yo jamás lo haré.
Ignacio Carrasquero
Orlando, FL
Ignacio Carrasquero
Orlando, FL
Texto hermoso y cargado de sentimientos que llena de esperanza! Espero que sea profético y pronto podamos darles la bienvenida de vuelta a esta tierra de gracia! Qué más quisiéramos que verlos volver...
ResponderBorrar